Escrito por Russell Friedman Dic 12, 2002
Traducido por Grace Frank Método Grief Recovery México

“Entonces sabrás la verdad, y la verdad te hará libre.”
Que deliciosa y optimista media aseveración. Si, dijimos media aseveración. Aún en el contexto bíblico esa nota, de Juan, 8:32, es parte de una comunicación más grande y compleja. Pero en el mundo actual, se le invoca, a menudo, como una receta para el manejo de muchos de los problemas de la vida.
Ojalá fuera así de fácil.
Además solamente envía la mitad de un mensaje y esta ausente la otra mitad de la ecuación, el cliché, como muchos otros termina siendo poesía encantadora con poco o nulo valor práctico y que a menudo puede terminar dañando al usuario.
La idea de la búsqueda de la verdad es benigna.
Desafortunadamente, el paisaje emocional esta salpicado con personas que descubrieron la verdad, la anunciaron, la volvieron a anunciar, la analizaron, rezaron sobre ella, la discutieron por años y todavía viven en la confusión creada por meramente identificar el problema.
La autoconsciencia es realmente el primer paso esencial para cambiar o mejorar las cosas. El cambio es difícil, cuando menos y mucho más lento de lo que desearíamos.

El descubrimiento a menudo se disfraza de cambio. Aunque solamente es la primera parte del acertijo. En el ejemplo más simple; si me doy cuenta de que tengo sobrepeso y me doy cuenta de que es por que como demasiada comida y no hago ejercicio, ¿sería probable que mi peso se redujera simplemente por declarar la verdad acerca de mis hábitos?

No lo creemos.

Si estás intrigado en este momento, suponemos que debemos llenar el espacio en blanco que hemos creado. Aquí está como se debería leer la declaración original para que sea más efectiva:
“Conoce la verdad, toma las nuevas acciones adecuadas basadas en esa verdad, y el resultado de esas acciones será la libertad”
En nuestro camino a una nueva libertad, cada uno de nosotros tiene que pelear con una serie de mitos que nos limitan en nuestra búsqueda de la felicidad. Uno de esos mitos es que la verdad por si sola es suficiente.
La verdad en si no es libertad. La verdad, cuando mucho, nos puede guiar a las acciones que nos lleven a la libertad emocional. Sin acciones no hay cambio. Todos hemos conocido personas que pueden recitar una letanía llena de verdad de todo los que les ha ocurrido y lo cuentan una y otra vez, con lágrimas, enojo y otros sentimientos anexos. Y lo pueden hacer durante años.
Es obvio que para que yo pierda peso, debo reducir la cantidad de comida que ingiero, o hacer más ejercicio o, probablemente, ambos. Decir la verdad acerca del problema solo confirma su existencia y puede complicar de una manera peligrosa mi relación con el problema.
Así que, para todas las cosas: la verdad primero, la acción seguidamente, logrando que el resultado sea el potencial para un cambio verdadero y la libertad que este conlleva.